Tuesday, August 29, 2006

Sobre el hogar y el trabajo

La empresa: el trabajo y la capacitación
Caminando con dos pies
En particular en las últimas tres décadas, el viejo concepto de Calidad se ha remozado a nivel global. En un proceso creciente de apertura de mercados, y crecimiento sostenido del comercio mundial, -en el sentido contrario- la Calidad se convierte cada vez más en la principal restricción de los bienes y servicios que se ofertan. Restricción claramente sensible y exigida para la exportación, pero que también reta a la producción nacional. Esto último debido a la competencia con productos importados. Así, cualquier empresa que pretenda tener algún significado internacional, tendrá que involucrarse seriamente en los temas de Calidad, y también cuando menos, en aquellos directamente relacionados con sus sistemas de producción. En resumen, estos dos aspectos: sistema de producción (o provisión de servicios) y Calidad resultan soportes sobre los que cualquier empresa debe caminar. A ello llamamos, caminar con dos pies.
Los dos pies son parte de un todo, por supuesto. Simbólicamente, su fortaleza le dará mayor estabilidad a la empresa. Le permitirá avanzar en forma rápida o lenta. Tropezarse y recuperarse. Hacer el camino o transitar por uno previsto. En ese recorrido, la empresa no está sola. La sociedad reconoce su presencia y puede facilitarle o dificultarle el camino. Cuanto mejor está la sociedad, mejor será el camino, y mejor podrá estar la empresa. Se trata entonces de un caminar armónico con la sociedad.
El trabajo: un lugar agradable para vivir
En los albores de la revolución industrial las condiciones de trabajo en las nacientes fábricas destacaban por su insalubridad, falta de seguridad, ausencia de horarios y falta de consideración en las tareas asignadas a mujeres y niños, entre otros aspectos que hacían de la fábrica, el lugar al que sólo se asistía por absoluta necesidad. En términos generales, se trata también de la época del derrumbe del sistema feudal, de corte rural, y la correspondiente organización de las ciudades. También se trastoca el apacible trabajo familiar de campo por la división de la vida con la familia compartida desde entonces con la vida en el trabajo. ¿Cuánto ha cambiado desde entonces esta división de la vida familiar?
El vivir en el hogar o morar y el vivir en el trabajo, tienen de común el que ambos (hogar y trabajo) constituyen espacios en los que se desenvuelva la existencia de las personas. Con el tiempo, cada uno de ellos se convierte en habitual, acostumbrado. Por lo tanto, los dos pueden ser determinantes en la manera de ser de tales personas. En esta línea de pensamiento, la importancia de la influencia del trabajo en la forma de ser de las personas se debe a que es generada por elementos externos a cada individuo. Es impuesta, y de lo que se trata es de reflexionar si es una influencia para padecer o para disfrutar. O tal vez debemos preguntarnos si debemos velar porque influya apropiadamente en nuestra formación como ser humano.
Lo menos que debemos desear es que nuestro pase cotidiano del hogar al trabajo sea grato, alegre. Convertir al trabajo en un lugar agradable para vivir. No sólo en relación con las cosas que lo integran. También en la actitud con las otras personas con las cuales se comparte.
Este componente de la visión del trabajo, crece. Se expande a los espacios y grupos con quienes interactúa nuestra entidad de trabajo. Y alcanza a nuestra comunidad.
La capacitación en la calidad
No sólo hay cambios en las tecnologías, según vivimos continuamente. Los conceptos también varían, enriqueciéndose, ampliándose o modificándose. Los que se manejan en la Calidad también siguen este proceso. Antes, por ejemplo, se consideraba que el propósito básico de la capacitación en la Calidad, en los Círculos de la Calidad por ejemplo, sólo debiera estar dirigido a mejorar la productividad, y tal vez la innovación de la empresa.
Ahora se considera que el camino más efectivo y adecuado de mejorar a la empresa, es mejorando la preparación de sus trabajadores. Esto es, hay que privilegiar a la persona como individuo (cada trabajador) que a la persona colectiva (la empresa). Es obvio, que la capacitación del personal redundará directamente a beneficio de la empresa.
Pero hay dos dimensiones en esta preparación. La primera, la más conocida, es el enriquecimiento en conocimientos: para hacer mejor el trabajo. Siempre es posible aprender algo más cada día. El sólo hecho de saber qué tecnologías nuevas han aparecido en relación con nuestro trabajo es un avance. Profundizar en su contenido, relacionarlo con su uso cotidiano, identificar las mejoras, saber de alternativas, o estimar las perspectivas, será sin duda mejor. Cada día seremos mejores en conocimientos, en enriquecer nuestra mente.La segunda dimensión es también conocida, aunque poco practicada. Tiene que ver en lo que vale como persona. En lo que se reconoce como bueno por la sociedad. En este aspecto también se advierte una larga evolución. Por ejemplo, sólo los ciudadanos ejercen el derecho a voto. Por mucho tiempo, no lo hacían los esclavos, las mujeres o los militares. El hombre no nace ni bueno ni malo, decían los griegos. Esta segunda dimensión tiene que ver con la construcción del hombre bueno, que ahora se mide por una diversidad de valores, que antes sólo se calificaban de morales, pero ahora se les admite de distinta categoría: políticos, económicos, tecnológicos, religiosos, y al parecer, con todo lo que tenga que ver con el actuar del hombre.

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